Al final se me olvidaron allí colgadas en lo alto de un árbol que hacía las veces de escondite. El árbol que me permitía verlo todo desde donde hay que ver las cosas. Desde arriba, con perspectiva. Fuera de la primera persona. Donde se puede observar cómo va pasando todo hasta que por fin juntas las fuerzas necesarias para entrar en acción.
Yo seguía en mi árbol con mis fantasías de que un día la vida nos haría coincidir. El árbol que tantas cosas conocía de mí, y con el que tantos secretos había compartido. Juntos fuimos testigos de cómo los días pasaban, mientras yo seguía sin hacer nada para que tu vida y la mía se cruzasen.
Pero por suerte un día lo entendí. No era suficiente tenerte en mis fantasías. Así que allí las dejé colgadas y bajé a probar suerte.
Muy bonito e intrigante.
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