La vida me hizo protagonista inesperado. No estaba escrito, o al menos no lo vi por ningún lado. Yo tenía que ser normal. Ni bueno ni malo. Uno del montón. Uno más. De esos que se esconden en la multitud para buscar el anonimato. De los que no levantan la mano para ofrecerse voluntario. De los que se esconden detrás de una espalda para no ser visto.
Yo no tenía que estar aquí. No quería estar aquí. Y aquí estoy.
Pero así son las cosas. No sintáis lástima. Aprender a aceptar las cosas es una de las mejores sensaciones que se pueden tener. Cuesta, pero me ha hecho llegar a lugares que jamás creí posibles.
Soy capaz de ponerme delante de quien quiera escucharme y decirle lo mucho que gané cuando pensaba que todo estaba perdido. Tanto sufrimiento para descubrir que para llegar tan lejos solo hay que empezar el camino.