El resto de mis prisas

El resto de mis prisas no tenían ganas de salir huyendo. Tan solo querían acelerarse un poco, aunque no entendían muy bien por qué. Después de tanto tiempo imaginando, por fin mis mejores deseos se estaban convirtiendo en una realidad. Era incapaz de comprender por qué todo se estaba ralentizando. Como si alguien estuviera frenando el tiempo para que todo pasase a la velocidad adecuada. La velocidad en la que todo se queda grabado en la memoria. 

La prisa del deseo. La que aparece después de una larga espera. La que no te deja saborear las cosas. Esa era mi enemiga, y contra ella estaba dispuesta a batallar. Lo bonito siempre pasa demasiado rápido. 

Pero esta vez no lo iba a permitir.

El resto de mis prisas se dejaron relajar para disfrutar del instante. Para analizar su mirada, sus labios. Para sentir cómo sus manos se agarraban a mi cuello. Para vivir el momento.

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