Así me pasa con la política, que ni contigo, ni sin ti. Aunque sin ti mucho mejor. Porque al ser contigo, me toca aceptar que enfrente tengo otra opinión que no es la mía, y cada día me cuesta más el diálogo.
No es que sea intolerante, al menos que yo sepa. Es que soy incapaz de mantenerme en mis trece cuando me tocan ciertos argumentos.
Siempre enfrentados entre la derecha y la izquierda. Que al final es lo mismo pero visto desde distintos ángulos. Un intercambio de opiniones que se va al traste cada vez que entran en juego los patriotismos. Las posesiones.
El derecho por derecho o el izquierdo por izquierdo.
De vez en cuando la alegría de alguna negociación que termina en buen puerto.
Así es como me ha ido el confinamiento en el sofá, y es que nadie dijo que fuera fácil estar casado.