Nos sobran los motivos para apretar el botón, pero seguimos sumidos en nuestra burbuja. Consumiendo sin interés lo que nos dan servido. Preocupándonos por servirnos lo que no tiene interés. Cada vez todo más accesible. Cada vez todo más masticado. Ni siquiera nos paramos a preguntarnos nada. Supongo que lo fácil nos llama con más fuerza y, presos de nuestra pereza, nos dejamos embelesar.
Nos sobran los motivos y aún así seguimos sin ser capaces de apretar el botón. Como si de una enfermedad se tratase. Una enfermedad en la que lo ajeno nos produce mayor satisfacción. A fin de cuentas, es cosa de otros.
Nos sobran los motivos y, a pesar de todo, seguimos sin noticias de los que queremos. Cabreados por un gol que no era. Consternados por una pareja que ya no lo sigue siendo. Indignados por dos políticos que no paran de mirarse el ombligo..
Nos sobran los motivos para cuidar de los nuestros, para despertar de una vez, para apretar el botón, y aun así…