Ha llegado mi momento por fin. Toda mi vida intentándolo y parece que finalmente lo voy a conseguir. Todo se lo debo a mis fracasos, que han sido muchos y muy buenos. Sí. Mis fracasos han sacado la mejor versión de mí.
Primero me enseñaron a perder, cosa que a nadie le gusta, pero que suele ocurrir muy a menudo. Después me enseñaron que si quería conseguir un cambio, no podía seguir recorriendo el mismo camino una y otra vez. Había que retocar el guión de alguna manera.
Después aprendí que sin esfuerzo no se puede conseguir nada y que, incluso esforzandote con todas tus ganas, siempre habrá alguien que haya puesto el mismo empeño que tú.
Mis fracasos me enseñaron que siempre hay que levantarse. Que nunca hay que dejar de luchar.
A unos metros de la meta, veo que mis fracasos se han quedado atrás y lo único que puedo hacer es girarme para darles las gracias.
Sánchez Cubillo 
Genial. Es una idea que siempre he tenido. Uno es lo que le han hecho sus fracasos. Cuando alguien sube a recibir un premio, siempre se lo brinda y lo agradece a la familia, a su pareja, a los que han confiado en él… etc, que sí que hay que agradecerlo, pero sobre todo lo debería brindar y agradecer a todos los que desconfiaron de él, a todos los que le cerraron las puertas, a todos los que lo negaron, a todos los que le pusieron piedras en el camino, porque justamente cada una de esas dificultades te impulsaban hacia delante, para mejorar, para demostrarles que estaban equivocados. Ellos te llevaron hasta donde estás hoy. Como decía alguien, «de fracaso en fracaso hasta el éxito final». Muy bien.
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