Sucedieron así los acontecimientos sin que nada hiciera prever que todo acabaría de la peor manera posible. Luis no dejaba de mirar a Antonio, cosa que a este le estaba poniendo nervioso. Paco estaba sentado al otro lado de la mesa, percatándose de todo lo que estaba ocurriendo. Al lado de Paco estaba Rosa, ajena a todo ese juego de miradas. En un pequeño descuido por parte de Antonio, Luis aprovechó para guiñar el ojo a Paco, que sonriendo, levantó las cejas de forma exagerada. Antonio no sabía qué hacer. Paco y Luis se las prometían felices. Nadie contaba con que Rosa estaba esperando el momento de poner sus cuatro reyes encima de la mesa.
Sucedieron así
