Compartir sangre era el último de los pasos que teníamos que realizar para terminar el acuerdo. El primero consistía en escribir unas cuantas palabras en un papel. Después deberíamos conseguir algo para quemar esos papeles mientras nos escupíamos en las manos. La verdad es que restregar nuestras manos llenas de saliva fue un poco desagradable, pero un pacto es un pacto. Para el último paso ella se quitó una de las horquillas de su pelo con la se sujetaba la coleta. No dudó ni un instante en hacerse una pequeña herida. Solo faltaba mi sangre para estar oficialmente casados.
Compartir sangre
