Estar oficialmente casados era algo que jamás había pasado por su cabeza. Nunca había sentido la necesidad de tener que demostrar su amor con la firma de un papel. Prefería utilizar el día a día para que sus sentimientos pudiesen viajar a sus anchas. Casarse de chaqué tampoco había sido una de sus ilusiones. Lo que menos le gustaba era tener que hacerlo por la iglesia, esa que tanto peleó por dar la espalda a la nueva realidad en la que vive el mundo. Todo hacía pensar que no pasaría jamás. Menos mal que el tiempo suma y sigue.
Estar oficialmente casados
